Ha sido un mes tan intenso que prácticamente no he tenido tiempo de escribir, así que para compensar, aquí viene una especie de cajón de sastre sobre lo que he estado haciendo estos últimos días. Si las primeras dos semanas fueron lentas, intensas, ahora el tiempo pasa a otro ritmo: el que dicta la rutina. Los días se repiten, al igual que las semanas. Y, aunque no tiene nada de malo, me sorprende mirar atrás y ver que las últimas cuatro semanas han pasado como un rayo. Retiro espiritual en Lulin Parece que fue ayer cuando regresé del observatorio de Lulin, una instalación telescópia —la única en Taiwan— situada en frente de Yushan, el pico más alto de la isla (3952 m). Se trata de un lugar inhóspito (entre tren, bus y coche, tardo casi siete horas en llegar), al que no se puede acceder por carretera. De hecho, el último kilómetro es a pie, para salvar un desnivel de 150 metros por un sendero lleno de pedruscos. Adivinad cuántas veces me tropecé recorriendo el caminito. El lugar tiene
Y el cambio permanente. Unas palabras sobre ciencia, viaje y vida.